05 julio 2010

Vía al trabajo...

Nadie me dejó dormir al anochecer, gracias al maldito teléfono uqe olvidé descolgar.

Era el voyeurista del piso 23 quien murió al inclinarse por demás en su balcón para ver mejor el monumento del piso 10 del edificio de enfrente que sonrió al encontrar una moneda de plata en el suelo y morbosamente recogerla hasta introducirla en sus grandes tetas, con un sútil y peculiar garbo.

Era yo quien debia examinar su grotesco cuerpo caliente y derretido, estampado contra la acera de la Avenida número 5 del pueblo, detrás de la esquina 14 al lado del bar Dallas.

Tomé mis lentes y su cámara y dejé que la luz verde del semáforo inviertiera el deseo de miles de muertos en mis manos.

MissWatekeXpress

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