20 junio 2011

Hazme el amor así


Hazme el amor sin previo aviso.
Házmelo suavemente para empezar
y sé salvaje al continuar.
Llega por mi espalda y desvísteme sin dejar de besarme,
Sin dejar de tocarme, sin dejar de observarme.
Deléitate conmigo, saborea lo que viene.
Ten presente el disfrute que sentirás de mi cuerpo hacia ti.
Sé carnal esta noche de verano, sé mi semental.
Hoy soy toda tuya sin importar los demás,
No importa si mañana el mundo se llegara a terminar.
Simplemente hazme el amor sin previo aviso.
Comienza por mi cuello, besa y muerde cada poro de él.
Toma mi cabello entre tus dedos mientras tu otra mano
Juega descaradamente y sin freno por todo mi ser.
Muerde mis lunares, lame mis pecas y baja por mi espalda.
Roza mis piernas e inclíname delante de ti
Y admira los glúteos que tanto adoras,
Con la mayor de las lujurias.
Empápate de la humedad de mi sexo,
Especialmente derretida para ti.
Hazme el amor pronto y de improvisto.
Tómame sin decirme nada y penetra mi alma
Que aclama por ti, mil y un veces más.
Escucha mis gemidos y siente mi respiración agitada.
Araña mi piel, domíname bajo tu cuerpo,
Derrama sobre mí tu sudor,
Y que en un genuino grito en común,
Caigamos sobre nuestros cuerpos sudados y extasiados
Quiero esto y más, mucho más tan sólo mientras me hagas el amor
Sin previo aviso.

Hoy hablé de ti


Hoy estaba hablando de ti con él. Una vez más estaba recordando las sonrisas, las fiestas, los cafés, los chistes, el día a día  junto a ti y lo bien que la pasábamos. Él también te recordó, con algo de nostalgia o con algo de ira; realmente no lo pude saber a ciencia ciertas, sus ojos decían tanto que decían muy poco para mi intuición.

Después de tanto tiempo aún te pensamos aunque ninguno lo quiera admitir. A veces es mejor callar y olvidar que recordar y sentir. Sentir la ira, el dolor, la impotencia de toda esta situación. Por eso es mejor tapar el sol con un dedo, aunque eso no detenga las lágrimas que misteriosa y escurridizamente se escapan de nuestros ojos sin permiso alguno.

Aún recuerdo ese café que nos prometimos. Aún recuerdo lo nerviosa que me ponía al verte llegar; como sentía mis mejillas sonrojarse cuando me hablabas. Pero de eso nunca te diste cuenta. Pero él sí se dio cuenta aunque nunca me lo dijo. Quizá esperaba que tú sólo lo notaras e hicieras algo con esa situación.

Hoy estábamos hablando de ti. Pensando en cómo sería tu vida hoy si tan sólo tu ayer hubiese sido diferente. Recordamos nuevamente la historia, las cosas que te dijimos, las verdades que te escondimos, las mentiras que no eran necesarias decir jamás. Tan sólo sé que hablando de ti, sentí un nudo en la garganta muy familiar al que viví hace algún tiempo atrás.

¿Qué hubiese pasado si ese café se hubiese dado? ¿Qué hubiese ocurrido si nos hubieses oído y hubieses seguido nuestros consejos? Cuando cuento los “Y sí…” siento que quiero explotar de la rabia que me da saber que no pensabas tanto en nosotros, como nosotros en ti.

Te nos fuiste y esta vez para siempre. Ya no habrá más café, ya no habrá más fiestas, ya no estarán las risas, los chistes. Esta vez te fuiste y ya no hay vuelta atrás. Aún después de tanto tiempo sigo queriéndote como aquella vez cuando despertabas mi risa nerviosa.

Te fuiste pero aún estás aquí, en mí, en nosotros…

Espérame en el cielo para nuestro café olvidado en las palabras de una tarde lluviosa de abril.

Que en paz descanses, Jonathan.