Realidad, puta realidad.
Tan bello que sería vivir en un sueño eterno.
Tan único que sería resguardarnos entre los deseos y pensamientos más mágicos de nuestro ser.
Pero no. Existe la realidad.
Esa hija de puta que te cachetea sin piedad cada vez que intentas cerrar tus ojos e imaginar ese deseo, el más profundo de tu ser. Pero somos mazoquistas.
Amamos cerrar los ojos y buscar en lo más recóndito de nosotros, ese sueño, sabiendo que tarde o temprano la realidad nos verá y cargará con todas sus fuerzas esa bofetada que nos devolverá al suelo frío y duro para apegarnos a él y no dejarnos dormir ni soñar.
Amamos cerrar los ojos y buscar en lo más recóndito de nosotros, ese sueño, sabiendo que tarde o temprano la realidad nos verá y cargará con todas sus fuerzas esa bofetada que nos devolverá al suelo frío y duro para apegarnos a él y no dejarnos dormir ni soñar.
Que deseos de romper ese paradigma, de no mirar más por la ventana lejana de nuestro lar. Pero el sueño duro y frío, se ha convertido en el cobijo de nuestro pensamiento, de nuestros sentimientos y nos absorbe cada día más, haciéndonos parte de él.
Estúpida e irónica realidad.
Una vez más me has vuelto a cachetear.