11 julio 2010

Historias...


Hay historias que no puedo contar pero que me recuerdan a ti... Que sencillamente me hacen sentir y vivir en un mundo de ficción, un mundo que no existe ni para ti ni para mí pero que vive por y para nosotros.

En ese mundo hay historias que contamos con nuestras miradas, que sentimos con nuestras manos mientras que las pícaras sonrisas, que dibujó aquel artista empedernido en un ataque de soledad, deleitan nuestras almas dándole el toque final a la obra maestra más sicalíptica y estupefaciente que han visto los ojos humanos alguna vez.

Si, hay historias que me son contadas reiteradas veces, ya que soy como aquella pequeñuela, inocente, que se enamora con cada cuento que sale de tu boca y entra directamente a mi corazón sin pedir permiso ni autorización.

Esas historias me hipnotizan pues eres como aquel tonto bufón real de aquella noble princesa a quien en las tardes de un gris, húmedo y helado invierno, le relata alegres momentos de fantasía con el mayor grado de carisma, la sonrisa más grande que el mismo océano (realmente no importa cual), la jocosidad que te complace en convertirte en quien eres hoy y satisface a esa dulce niña interna que sólo te oye con la ilusión de su corazón a flor de piel, que te oye completamente lela, ida de este universo, imaginando las mil y una maravillas que trascienden por tus ojos color café y por el rubor de sutil excitación en tus mejillas.

Me encantaría dar a conocer tus historias al mundo entero y darles el mejor regalo que podría ofrecerles... Tú ingenio, tú creatividad tan versátil y tu aliento de emoción que despertaría incluso a aquel muerto de tres días que ya se ha unido a la Madre Tierra.

Das vida y resplandor con tus historias...

Al menos mi mundo se llena de ti y sé que no puedo esperar al día de mañana para escucharte decir las palabras que tanto me gusta oír:

"Había una vez por ahí..."