19 mayo 2010

El día más solitario de mi vida

Sábado, 9 de la noche. Yo, sentada en un viejo mueble de cuero viendo como una despampanante rubia estadounidense seduce a su vecino, ese niño dulce y nervioso de todas las películas tan típicamente anglosajonas, "tan cliché" pienso yo. De fondo musical en mi mente suena un rock que refleja cómo me siento esta noche... "Such a lonely day, the loneliest day of my life", canto por inercia a pesar de que no quiero continuar.

Siempre me he caracterizado por ser imaginativa, por vivir soñando y fantaseando sobre lo que pudo ser y no fue, lo que podría ser y ya fue o lo que nunca será pero moriría porque sucediera, no es tan sano como debería ser... asumo yo. Hoy no ha sido la excepción a la regla, me mantengo inundada en mis pensamientos mientras oigo un tic - tac increíblemente perturbador que hace que se acentúe más aún la soledad que siento dentro de estas cuatro paredes.

Me despego del sillón un momento, al fin estirando un poco las piernas adormecidas de estar en una misma posición y así aprovecho para ir a la cocina e hidratar mis neuronas, "ya era hora", gritan ellas después de todo.

Caigo de nuevo en el sofá y me acomodo muy lentamente, hundiendo mi cuerpo tibio en el cuero frío y el tic - tac me anuncia que ya son las 10. Suspiro pensando que no debe ser buena idea estar un sábado encerrada involuntariamente en esta ballena de cuatro paredes que me hace sentir como si yo fuera Jonás pero no tengo nada más que hacer excepto estar sentada aquí con el control en mano, cambiando de canal cada 5 segundos, buscando algo interesante que entretenga mi aburrimiento. Nada... lo mismo de siempre, no era una sorpresa, ahora nunca hay nada bueno que ver en la televisión.

10:30, cierro un momento mis ojos, imágenes fluyen en mi mente. Momentos, recuerdos, deseos es todo lo que veo... ¿En qué momento terminé siendo una antisocial? ¿En qué momento me entregué a la rutina y a la monotonía? "Qué patética soy", es lo único que puedo pensar y un bostezo se escapa de entre mis labios, ratificando mi último y decisivo pensamiento.

Ya son las 11 en este lado del ecuador y las canciones ya se fueron de mi mente... Gracias a Dios.

Media hora antes de la medianoche, empieza a marcar el reloj. ¿Ese maldito reloj nunca dejará de castigarme?

Medianoche grita una pequeña voz melodiosa que sale del televisor recitando musicalmente las guerreras palabras impresas por Vicente Salias en la época de nuestros antepasados.

Zapping, zapping, zapping... Nada interesante para ver, un cierto dolor invade mi cabeza mientras se me escapa una fantasía por la que me dejo llevar... ¿Y si los héroes de verdad existieran? Quizá no me hubiesen asaltado a la puerta de mi casa la noche anterior, quizá yo fuera esa Lois Lane, enamorada de un hombre misterioso con traje de colores vivos y alucinantes; después de todo mi mente es el lugar de lo imposible y ahí es donde me libero y suelto mis preocupaciones.

Siento un frío que entre por la ventana, proveniente de la calle. Rápidamente busco un suéter negro ubicado sobre mi cama y lo coloco sobre mi cuerpo, ¡qué divino se siente el calor entrando a mis venas!

Agarro la caja de cigarros con su respectivo encendedor, que se encuentra sobre la mesita de noche al lado de mi cama, tomo las llaves de mi casa; me coloco unos zapatos y salgo, atravesando el umbral y llegando a la acera de enfrente, me siento en ella; al momento saco un cigarrillo taqueado, lo coloco en mi boca y acerco muy cuidadosamente el encendedor que deja salir su llama y comienza a consumir el papel envuelto que forra una línea de tabaco y nicotina que me hacen sentir en el cielo en cada inspiración que tomo. ¡Cómo lo necesitaba....!

El humo sale de mi boca, haciendo círculos en el aire. La brisa fría penetra mis pulmones hasta que el oxígeno llega a mi cerebro y me hace reaccionar y volver a mis pensamientos.  A lo lejos veo unos niños jugando con una pelota, "¿no es muy tarde para que estén jugando en la calle? ¿dónde estarán sus padres?" pienso mientras una cierta melancolía me invade haciendome soñar sobre los hijos que tendré, sobre cómo serán y sobre que serán cuando crezcan.

Vuelvo a mi, ya el cigarro se consumió hasta el filtro, no queda nada más en él, como a mí. Lo desecho y entro a la casa para integrarme nuevamente con el sofá. Tomo de nuevo el control y salto de canal en canal esperando que pueda encontrar algo interesante que me entretenga.

2am, y en el televisor se oye la más famosa composición de John Williams, ah... Star Wars ha salvado mi noche tan aburrida... dejo que mi mente se mimetice con la fuerza vista según los ojos de George Lucas, no lo niego apoyo esa moción.

Poco a poco mis ojos se van cerrando involuntariamente, mientras dejo que mis deseos reprimidos se vayan convirtiendo en sueños de los que me arrepentiré mañana.

4am y un gallo a la distancia canta dándole melodía a mi sueño invernal, quizá mañana todo vuelva a ser normal.

MissWatekeXpress